Escribir para entenderse: la escritura como espacio de cuidado mental
By Amalia Rocbell on 26 de octubre de 2025
Nota de Lili’s Inkwell En el marco del mes del Día Mundial de la Salud Mental, compartimos una reflexión escrita por Amalia Rocbell, autora de Así Soy: El Laberinto de un Corazón Azul.
Un texto íntimo sobre la escritura como una forma de cuidado y escucha interior. Porque escribir no solo es crear historias: también puede ser aprender a sostenerse entre las propias palabras.
Hay días en los que la mente parece un cuarto lleno de ecos. Pensamientos que rebotan, emociones que se cruzan, palabras que no encuentran forma. En esos días, escribir puede ser una manera de abrir una ventana.
No para buscar respuestas inmediatas, sino para darle forma a lo que pesa. Para sacar de la cabeza lo que necesita aire. Para entender que también los silencios tienen algo que decir.
La escritura como respiración
Escribir no siempre es crear historias. En algunos momentos es simplemente respirar distinto. Una hoja en blanco puede ser ese lugar donde lo invisible empieza a tomar sentido.
Hay una honestidad especial cuando se escribe sin pretender nada. Sin pensar en si el texto será leído. Solo por el acto de poner en palabras lo que uno siente.
Esa pequeña distancia entre la mente y la página permite mirar las emociones desde otro ángulo, y muchas veces, eso basta para encontrar alivio.
Lo que no se dice también cuenta
Durante años escribí sin saber que lo que hacía era cuidar de mí. Convertía la confusión en párrafos, el miedo en metáforas, la tristeza en ritmo. No lo hacía como terapia formal, sino como una manera de mantenerme en diálogo conmigo misma.
No todo lo que escribimos debe compartirse. Algunas páginas son solo para recordarnos que seguimos sintiendo. Y que eso, en sí mismo, ya es una forma de salud.
Cuando escribir no es huir, sino quedarse
En ocasiones se piensa que escribir es una forma de escaparse del mundo. Pero no siempre es así. También es una manera de quedarse. De permanecer presente dentro del propio caos. De reconocerlo sin miedo.
La escritura no cura, pero acompaña. Y en algunos casos eso es justo lo que necesitamos: no soluciones inmediatas, sino un lugar donde lo que sentimos pueda existir sin juicio.
En este Día Mundial de la Salud Mental, no hablo como autora, sino como persona. La que ha tenido que detenerse muchas veces a escribir para poder entenderse. La que aprendió que el papel no juzga, no exige, no compara.
Solo escucha.
Y quizás, en esa escucha silenciosa, empieza el verdadero cuidado.
— Amalia Rocbell